Sinopsis: Un poeta es interrumpido a la mitad de su sufrimiento.
Número
de palabras: 387
Clasificación: B
Género: "Drama", Comedia
Comentario: Espero no ofender a nadie con éste cuento. Sé que hay gente que escribe con éste estilo muy sinceramente y que a veces hasta lo logra sacar extremadamente bien, pero otras veces cuentos de este estilo terminan siendo tan pretenciosos. Mi intención aquí es hacer una bromita, no lo tomen nada serio, porque la verdad, yo misma escribo así ciertos días.
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Cansancio. Es todo lo que siento
en una larga noche de tormenta y tormento. Mi cabeza da vuelta y vuelta en una
espiral de cobardía. Lo sé. Siempre he sabido. No llego más allá que las
alimañas efímeras que cabalgan mis sueños. Extraño su mirada. La mirada de
aquella muchacha sensual y delicada como el cristal de artesano. Esa muchacha
que me dejó hecho trizas.
Pienso
en ella, pienso en ti. Eras todo lo que me mantenía de pie, lejos de las drogas
y el alcohol y el morbo. Pero mostraste tu verdadera cara. Una cara de
monstruo, igual que todas las mujeres. Nunca debería de haberme acercado a tu
sonrisa. Pero lo hice. Me embrujaste con un cariño quimérico y me dejaste
tirado en la nebulosa del adiós.
- A ver, espera – me dice una voz, distrayéndome de mi profunda disertación. – Tú
no tomas.
Me
habla como si fuese mi importunada conciencia. Una conciencia tan perdida
dentro de sí, que regresa a aquellos tiempos en que todo era perfecto… pero no,
ya no es así.
-
¿O sea que ahora sí tomas?
El
torbellino de delirio y dolor causado por su ausencia me llevó a esto.
-
Okay, sigue dándome respuestas indirectas. ¿Todo esto porque te cortó? ¿En
serio?
Mi
conciencia me sigue recordando mis dolores, llevándome dentro de mí mismo.
-
No soy tu conciencia, güey. Soy tu
mejor amiga, y estoy dudándolo.
Sigo
escuchando la voz de mi conciencia
acrecentando mi dolor. Recordándome de mi soledad. De la soledad que provoca
este mundo amargo y cruel. Este mundo monocromo con sabor a alquitrán. De este
mundo donde nadie es sincero y el odio se esconde en el inconciente de todos. Es
esa la razón de mi soledad. Es esa la razón por la que no poseo bienes
materiales como celular… porque mis contactos estarían vacíos como el estomago
de un pordiosero.
-
No es el inconciente de nadie, pendejo, no tienes amigos porque eres un bruto.
¡Ahí
está de nuevo! Esa voz. Diciendo. Repitiendo. Doliendo. Lastimando. Lacerando
mi alma con su verdad oscura y traumática, igual que cualquier mujer. Cruel y
fúnebre. El único lugar donde se ha visto jamás que no sea así, ha sido en la
cocina-
-
Okay. Hasta ahí quedó. No te voy a dejar que sigas pinche misógino acomplejado.
1 comentario:
Muy divertido, me hizo morirme de la risa. Muy bueno! Besos Yuki
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